Oración

 

Habítame, penétrame.
Sea tu sangre una con mi sangre.
Tu boca entre mi boca.
Tu corazón agrande el mío hasta estallar…

Desgárrame.
Caigas entera en mis entrañas.
Anden tus manos en mis manos.
Tus pies caminen en mis pies, tus pies.

Árdeme, árdeme.
Cólmeme tu dulzura.
Báñeme tu saliva el paladar.
Estés en mí como está la madera en el palito.

Que ya no puedo así, con esta sed
quemándome.
Con esta sed quemándome.
La soledad, sus cuervos, sus perros, sus pedazos

Idea Vilariño

 

Dejá dejame hacer le dice

y cuando inclina

cuando va a hundir el rostro suavemente

en la dura pelambre

en la oscura maraña entreverada

sobre la piel tan pálida

ve el espejo es decir ve en el espejo

una cabeza rubia – no – dorada

el pelo blandamente recogido

en un lánguido moño como si

fueran la cara el cuello la cabeza

de alguna delicada bailarina.

El espejo mirá el espejo dijo

y le dejó que él viera la cabeza

dorada hundiéndose en el vello negro

y su cuello doblándose

tan armoniosa tan hermosamente

dejó que él viera absorto enamorado

ese pedazo de su amor viviendo

encerrado en el óvalo de oro.

Alejandra Pizarnik

 

Tu modo de silenciarte en el poema.

Me abrís como una flor

(sin duda una flor pobre, lamentable)

que ya no esperaba la terrible delicadeza

de la primavera. Me abrís, me abro

me vuelo de agua en tu poema de agua

que emana toda la noche profecías.

Silvina Ocampo

                                                      En tu jardín secreto hay mercenarias

                                                           dulzuras, ávidas proclamaciones,

crueldades con sutiles corazones,
hay ladrones, sirenas legendarias.

Hay bondades en tu aire, solitarias
multiplican arcanas perfecciones.
Se ahondan en angostos callejones,
tus árboles con ramas arbitrarias.

Alguna vez oí el chirrido frío
de un portón que al cerrarse me dejaba
prisionera, perdida, siempre esclava

    En tu jardín secreto hay mercenarias

dulzuras, ávidas proclamaciones,
crueldades con sutiles corazones,
hay ladrones, sirenas legendarias.

Hay bondades en tu aire, solitarias
multiplican arcanas perfecciones.
Se ahondan en angostos callejones,
tus árboles con ramas arbitrarias.

Alguna vez oí el chirrido frío
de un portón que al cerrarse me dejaba
prisionera, perdida, siempre esclava

                                                       de tu felicidad que junto a un río
                                                     bajaba entre las frondas a un abismo
                                                    de intermitente luz, con tu exorcismo.

Carmen Galeano

 

Secretos que la noche oculta

entre suspiros imperiosos.

Te deslizas sobre mí

con la urgencia de un cáliz que se abre.

En mis formas calladas

derramas el néctar tibio

de tu cuerpo desnudo.

Y luego…

Me cubre la ausencia.

Carmen Matute

 

Me disuelvo
en la magia
giro
en medio del fruto
pulposo
oigo
el suave ruido
de la brasa encendida
el lenguaje húmedo
anclado en la boca.

Un tambor anuncia
tu pulso
tu obscuro río.

Cerrados los ojos
te miro
me miro
honda ceniza soy
ahora.

Amantes

 

Una flor

                         no lejos de la noche

                   mi cuerpo mudo

      se abre

          a la delicada urgencia del rocío.